top of page

Promoviendo la cooperación entre los alumnos. 

Dos actitudes que promueven la agresión, tanto en el aula de clase como a nivel familiar y social, son el individualismo y la competitividad excesiva.  El individualismo conduce a la búsqueda de los propios intereses, en detrimento de los de las otras personas.  El individualista se preocupa sólo por su propia satisfacción, sus propios éxitos y sus bienes.  Esto lo lleva con frecuencia a ignorar o atropellar las posturas de las otras personas y se genera violencia.

 

La excesiva competitividad por su parte implica luchar por ser más que los demás, por destacarse más que ellos, esforzarse por tener más que los otros.  La competitividad instala necesariamente una actitud de rivalidad hacia nuestros congéneres.  En consecuencia, los otros son vivenciados como alguien a quien hay que atacar y vencer. 

Por el contrario, la actitud de colaboración o cooperación permite que las personas compartan amablemente sin el ánimo que alguien triunfe.  Bajo este paradigma, “todos ganan”.  Cuando se trabaja en equipo el bien común prima sobre el individual.

 

Las actividades cooperativas son especialmente importantes para promover la sana convivencia en el aula de clase, debido a que estimulan todas las habilidades sociales: El espíritu verdaderamente cooperativo abarca aceptación mutua, apoyo, compartir, y resolución constructiva de los problemas por todos, y excluye la hostilidad, el que los niños se hieran, se decepcionen y se rechacen.

Podemos introducir aquí dos interrogantes:

-¿Tiene el docente una actitud de colaboración y trabajo en equipo?

-¿Cómo puede promover el maestro la cooperación en su aula?                        

Un espacio para la exploración de nosotros mismos

¿Cómo están sus habilidades para el trabajo en equipo?


Reflexione con sinceridad sobre las siguientes preguntas.  Si lo desea, escriba sus respuestas. (Sería valioso que reflexionara sobre estos planteamientos durante la semana de la tarea).

a)¿Qué piensa usted del trabajo en equipo (con compañeros de trabajo o estudio, en el hogar, etc.)?

b)¿Para usted es fácil o difícil trabajar en equipo? (Explique su respuesta).

c)Mencione sus fortalezas y debilidades para el trabajo en equipo.

d)¿Podría usted mejorar sus actitudes para el trabajo colaborativo?

e)¿Promueve usted el trabajo en equipo entre sus alumnos? ¿Cómo?

f)¿Qué sustentación puede brindarse a los niños para que hagan trabajo cooperativo?

g)Mencione 4 sugerencias para motivar el trabajo en equipo entre sus alumnos.

Lectura

El trabajo en equipo: una forma de percibir el mundo

 

Sin lugar a dudas la educación de los niños en la colaboración, constituye un elemento clave para la armonía en el aula y para la prevención de la agresión a nivel social.  Slaby y su escuela son enfáticos en resaltar la gran relevancia de cultivar en los alumnos tal actitud.  Según ellos, “…el comportamiento cooperativo es generalmente incompatible con la violencia.  Incrementar uno usualmente disminuye el otro”.

Las ventajas de las actividades cooperativas son muy significativas.  Le exigen a los estudiantes ejecutar habilidades que los acercan a los otros como seres humanos: para cooperar es indispensable acercarnos a los otros; hacerlo de manera amable y respetuosa; tener en cuenta sus necesidades y sus propuestas.  En este sentido la colaboración incrementa en los niños la perspectiva de los demás.

De otra parte tales actividades le imponen a los alumnos llegar a acuerdos en la diferencia.  Esto les implica aprender a exponer sus sentimientos e ideas, sustentar claramente en palabras sus deseos, negociar, ceder y exigir.  Colaborar le demanda a los niños construir realmente en conjunto con los otros.

 

Otra ventaja de las actividades cooperativas consiste en reivindicar y valorar a todos los participantes, no solamente a algunos.  Las actividades competitivas dividen inevitablemente al grupo en dos bandos: el ganador (o, los pocos ganadores ) y los perdedores.  Bajo el paradigma de la colaboración, todos ganan; esto evita que la autoestima de algunos niños sea lesionada leve o gravemente, según el caso.

Tal aspecto es especialmente delicado cuando se trabaja con niños de comunidades en las que se presentan problemáticas familiares, sociales y económicas graves, que los someten a grandes privaciones afectivas. En consecuencia, tienen necesidades especiales de apoyo, reconocimiento y afecto de parte de sus docentes.

La cooperación promueve también en los niños la conciencia social, es decir, el concepto que tenemos compromisos con los demás y somos importantes para ellos. En este sentido a través de este tipo de actividades, el niño(a) va adquiriendo responsabilidad hacia el grupo, al tiempo que evidencia el valor de sus acciones para los otros.

Debido a las razones anteriores, las actividades cooperativas son particularmente gratificantes para los estudiantes: en ellas todos pueden expresar sus sentimientos y sus deseos; éstos son tenidos en cuenta sin la exclusión típica de la competencia, y sus aportes a la construcción común son reconocidos.

Según Slaby y su grupo, los niños son particularmente propensos a rivalizar con sus pares, es decir, a competir con ellos en búsqueda de sus intereses individualistas.  Esto se debe principalmente a dos motivos:

 

Por un lado  nuestra cultura estimula intensamente los intereses personales sobre los sociales.  Hemos sido formados en el paradigma de la búsqueda de ser el número uno, o el mejor.  Gran cantidad de nuestros valores y actividades apuntan en esta dirección, por ejemplo, nuestros sistemas de calificaciones escolares tradicionalmente han resaltado a quienes obtienen las mejores notas; nuestros sistemas deportivos son implacablemente competitivos: quien no queda entre los tres primeros lugares, no se menciona.  Refuerzan estas consignas: hay que eliminar a nuestros oponentes para ser seleccionados.

Por ejemplo en los campos universitario y laboral.

 

Este cultivo del individualismo no se presenta en otras sociedades:

“Algunos grupos culturales proveen de manera rutinaria a los niños cuidados grupales y entrenamiento en la cooperación desde la infancia, al tiempo que colocan un gran valor en el grupo, por encima de las metas individuales (por ejemplo en la anterior Unión Soviética y en los Kibutz israelíes).  Vale la pena anotar que se ha observado que aún los niños muy pequeños de estas culturas muestran un comportamiento muchísimo menos egocéntrico y más cooperativo con los adultos y con sus pares que los niños americanos”.

Por otro lado, la colaboración no aparece de manera natural en los niños.  Es necesario promoverla en ellos.  Slaby y sus compañeros describen de manera detallada el proceso de desarrollo de las capacidades cooperativas en los niños:

“…la capacidad de los niños de aprender comportamientos cooperativos está relacionada con los niveles de desarrollo y la experiencia personal.  Por ejemplo, la habilidad de los niños para cooperar con otros depende en parte del desarrollo de su habilidad para tomar perspectiva de la otra persona”.

“Ambas habilidades se incrementan con la edad y con la experiencia social guiada.  La mayoría de los niños muy pequeños tienden a pasar la mayor parte de su tiempo de juego en actividades solitarias, aunque puede que observen a otros niños de manera extensiva y cercana”.

“Cerca del final de su segundo año, los niños comienzan a pasar cantidades de tiempo mayores en el JUEGO PARALELO, en el cual dos ó más niños trabajan uno junto al otro llevando a cabo actividades similares independientemente.  Por ejemplo, dos niños podrían sentarse lado a lado, cada uno usando plastilina independientemente.  Uno podría estar haciendo una bola, mientras el otro podría estar usando un rodillo y cortadores de galletas”.

 

“Los niños de 3 y 4 años se involucran en JUEGO ASOCIATIVO, en el cual dos ó más niños interactúan alrededor de un tema común, aunque cada niño aún tiende a buscar sus propios intereses sin ser muy influenciado por el otro niño.  Estos niños podrían escoger todos el estar haciendo galletas con la tabla de plastilina, pero cada niño aún trabaja independientemente”.

“A medida que los niños se acercan a los 5 años de edad (o antes, dependiendo en los niveles de desarrollo social y cognitivo y de su experiencia), a veces se involucran en verdadero JUEGO COOPERATIVO, el cual implica un compartir mutuo y acordado de roles y actividades.

Los niños planean la actividad juntos y modifican sus propias ideas en respuesta a las ideas de los otros.  Las conversaciones son recíprocas y significativas, y las reglas de operación (ya sea para los juegos o para llevar a cabo, tramas de fantasía) son aceptadas mutuamente e importantes para la interacción.  A medida que los niños se tornan más adeptos del juego cooperativo, se incrementan sus habilidades para negociar conflictos y expresar asertivamente sus necesidades sin ofender los derechos de los demás”. 

Slaby y su escuela mencionan las características que le otorgan su especialidad a las actividades de colaboración:  “La riqueza de las actividades cooperativas depende de la medida en que dos o más jugadores activos


-Compartan metas mutuas

-Tomen decisiones

-Compartan ideas y materiales

-Negocien y regateen

-Coordinen acciones para lograr metas 

-Evalúen su propio progreso”.

Slaby y su grupo también aportan diversas sugerencias a los docentes para promover las actividades cooperativas en sus aulas:

 

-Es recomendable seleccionar o desarrollar juegos que propician la cooperación y eviten la competencia.  Dentro de éstos pueden incluirse juegos en los cuales se distribuyen roles (un niño es el chofer del camión, otro el cargador de materiales hacia el camión, otro el agente de tráfico, etc.), juegos que exigen a los niños dramatizar roles complementarios (obras de teatro, juegos de roles, etc.), juegos en los cuales se distribuyen materiales y se aporta conjuntamente a la construcción de un producto (hacer un gran edificio con bloques, hacer juntos un pesebre con plastilina, pintar un mural entre todos), etc.

 

-La realización de proyectos contribuye de manera         significativa a la cooperación.  Un proyecto es una construcción voluminosa que se realiza durante una sesión prolongada o a través de varias sesiones de trabajo.  Ejemplos de proyectos pueden ser la realización de un mural o la construcción de una torre en troncos de madera para el parque de diversiones de la escuela.

Los proyectos permiten distribuir el trabajo en etapas.  Por ejemplo, primero los niños dibujan torres con troncos o hacen bosquejos a lápiz del mural.  Luego debaten acerca de las ventajas y desventajas de los diseños, etc.

 

Es importante motivar lo máximo a los niños para interactuar durante las diferentes fases del proyecto.  Por ejemplo, lograr que cada niño activamente contribuya a las decisiones grupales acerca de qué hacer, cómo hacerlo y quien debería hacerlo.  Pueden desarrollarlo solos con supervisión distante de parte del profesor(a), o con asesoría y mediación directa de su parte si es necesario.  De este modo se está potenciando la oportunidad que desplieguen sus habilidades sociales.

 

- “Brindarle recompensas a un grupo completo más bien que a niños individuales puede ser también efectivo para estimular el comportamiento cooperativo.  Por ejemplo, toda la clase puede ganarse una actividad especial o privilegio por la finalización de un proyecto de grupo.  Los niños que son premiados como grupo tienden a ser más amistosos, más cooperativos y menos antagonistas entre sí que los niños que están compitiendo por recompensas individuales”.

 

-Hay juegos típicos que son de índole competitiva y pueden fácilmente transformarse en juegos cooperativos.  Por ejemplo, es viable realizar una lotería en la que todos los niños se están ayudando simultáneamente para cubrir sus cartas.  De igual manera, un juego en el que varios equipos deberían competir en llevar una bomba con agua sobre una colcha hasta la meta sin dejarla caer, se puede convertir en el propósito que todos los equipos lleven bombas con agua dejando caer el mínimo de ellas al suelo entre todos. 

 

-El lenguaje utilizado con referencia a las actividades, contribuye al cultivo de la cooperación: es conveniente tener en cuenta en el aula el principio de estimular una orientación de nosotros más bien que una de yo.  Por ejemplo, los niños que están construyendo una estructura juntos pueden decir, “miren lo que estamos haciendo”, mientras los que están trabajando en rompecabezas individuales hablarán acerca de “miren lo que hice”.

 

-“Los comentarios del profesor pueden estimular este sentimiento de espíritu grupal y participación compartida y pueden ayudar a entender las ventajas de la cooperación y la ayuda (Por ejemplo; “al trabajar juntos, hicieron una increíble casa de juego.”  O “cuando se ayudaron los unos a los otros a limpiar, todos se ganaron el algo a tiempo”)”.

 

-También se pueden aprovechar las labores cotidianas en el aula para ser realizadas cooperativamente.  Ejemplos de éstas: organizar las mesas y guardar los implementos después de algún trabajo, cubrir el arenero, limpiar el salón, etc.

Crear en los niños un espíritu de colaboración tiene gran trascendencia.  De hecho podríamos decir que la verdadera cooperación constituye un paradigma de vida.  Podríamos ilustrar esto con una hermosa anécdota que circula en nuestro medio. Según el relato, varios ingenieros japoneses estaban de visita en nuestra ciudad, prestando asesoría a una gran empresa; uno de los ingenieros locales le preguntó a los nipones con ánimo humorístico qué diferencia había entre un ingeniero antioqueño y uno japonés.  Uno de sus interlocutores respondió: “Un ingeniero de aquí es igual a uno japonés.  Pero dos ingenieros nipones son mucho mejores que dos de la ciudad…. ¡porque trabajamos en equipo!”

 

Esta historia evidencia un valioso concepto de la filosofía oriental: en toda sociedad, en toda familia, cada uno de los miembros es absolutamente importante.  Si cada uno realiza sus tareas de manera comprometida y con amor, la sociedad y la familia van a estar bien.  Por el contrario, si algún ciudadano o miembro del grupo familiar es irresponsable respecto a lo suyo, todos estarán afectados.

Esta conciencia social es el fundamento del trabajo en equipo: la convicción que todas las personas con quienes compartimos cada día tienen algo que aportar y deben hacerlo… y nosotros podemos cooperar con ellas en la búsqueda de un mundo mejor.

Esta certeza personal y social es la que crea una sociedad realmente colaboradora.

Para trabajar con los niños y las niñas

Avanzando en el sendero de la docencia


A continuación aparece un ejercicio para que usted, Sr.(a) docente, reflexione de forma más detallada sobre la actitud cooperativa y logre avances respecto a esta virtud.

¡Haga equipo con los demás!  


Slaby y sus colegas señalan cómo en nuestra sociedad se enseña y se estimula el individualismo.  Esto contribuye a que fácilmente excluyamos a otras personas, a que rivalicemos con los demás, a que subvaloremos las necesidades y los sentimientos de los otros.


Durante la semana de la tarea, esfuércese por cuestionar en usted dicho individualismo cultural.  Evite, entonces, las luchas, las estigmatizaciones y la exclusión de otros.  Por el contrario, trate de tener relaciones cooperativas con todas las personas.  Sea consciente que todos en la sociedad somos equipo.  Ríjase por la consigna que proponen algunas culturas orientales: todos somos importantes.  Esto implica valorar de manera profunda y sincera lo que hacen las personas con quienes usted entra en contacto: sea consciente que quienes le brindan transporte, quienes le sirven la comida en un restaurante o lo atienden en un almacén hacen equipo con usted.

Así como valora los aportes de los demás a la sociedad, sea consciente de su contribución al bienestar social cotidiano. Sienta que usted también hace equipo con sus conciudadanos para construir una mejor ciudad.

En caso tal que se le presente algún obstáculo para realizar la tarea, analícelo.  Trate de discernir cuál es el origen de dicho obstáculo.  Observe si desea superarlo y si puede hacerlo.

Esmérese por aplicar lo propuesto en el aula de clase.  Sea equipo también con sus alumnos.

Observe los efectos de la tarea en su relación con los demás y con sus alumnos.

Alternativas                                                                            

Algunas herramientas para la aplicación

A continuación aparecen algunas sugerencias para promover entre sus alumnos, la colaboración y la actitud de trabajo en equipo:

-Desarrolle actividades en grupo y ayúdele a los alumnos a hablar de lo que nosotros hicimos en vez de lo que yo hice.  Refuerce el comportamiento señalando los resultados positivos (por ejemplo, “Trabajando juntos lograron hacer una linda casa” ó “Como todos ayudaron a ordenar, pudimos comer el algo más temprano”).  Modifique actividades típicamente individuales para convertirlas en cooperativas (por ejemplo, un niño guía a otro hacia la piñata).

 

-Reemplace la competencia por la cooperación: no dé premios al mejor individuo sino al equipo en consecución de una meta o beneficio común; mejor aún si es para ayudar a otros.  Utilice juegos en donde se juega con en vez de contra y refuerce la actitud cooperativa con comentarios sobre lo bien que trabajan juntos; lo rico que lo pasan, o lo satisfechos que deben estar con el resultado de su trabajo en equipo.  Es mejor si los mismos niños deciden cómo lo van hacer, en vez de que la maestra les diga.

 

-Cuando los niños estén jugando con materiales diferentes pero que pueden ser complementarios, sugiérales que realicen juegos cooperativos, en lugar de rivalizar por los materiales.  Por ejemplo, el docente decirle a dos de los niños: “Juan, tú que tienes el camión puedes ser el transportador de los bloques que tiene Miguel… y Miguel debe decirte donde quiere que le lleves los bloques y ayudarte!”.

 

-Asigne a los niños tareas a ser realizadas en el aula como parte del mantenimiento cotidiano de ésta.  Reflexione con ellos sobre la importancia que todos colaboren para el bienestar de todos.  De esta forma les estará mostrando que la cooperación se da cuando deseamos compartir con alguien algo que interesa a ambas partes.  Pero también debe haber colaboración como un asunto de responsabilidad social.

 

-Reflexione con los niños sobre lo que los seres humanos podemos compartir: no solamente objetos materiales, sino también ideas, sentimientos, ratos de diversión, afecto, ternura, etc.  El énfasis en que no sólo se comparten objetos, le permite a los niños cuestionar la excesiva valoración de las cosas y las posesiones que se promueven en nuestra cultura, y les posibilita valorar otras formas de la colaboración.

 

 

Las habilidades prosociales

 Fundamento de la convivencia

 

Practique con sus alumnos de manera especial durante esta semana las siguientes destrezas sociales:

Compartir
 

-Durante la semana, reflexione con sus alumnos sobre el valor y los efectos de la colaboración: ¿qué significa compartir? ¿en qué momentos pueden compartir los compañeros de clase? ¿qué ventajas tiene compartir?

 

-Debata con ellos también sobre el significado de la colaboración a nivel social: muéstreles ejemplos de personas que logran importantes objetivos gracias a su actitud cooperativa: los bomberos que ayudan a otros, los trabajadores que construyen un edificio cooperando entre sí, el cartero, el chofer y el tendero que le prestan servicios a los demás.

 

-Construya con los niños estrategias específicas para compartir en el aula: ¿en qué momentos van a compartir (más) a partir de ahora? ¿Quiénes quieren comprometerse a colaborar? ¿De qué formas específicas van a colaborarse los niños?

 

-Reflexione con sus alumnos sobre la responsabilidad social: el concepto que todos contribuimos de alguna forma al bienestar común, y cómo la participación de cada uno es importante.  Todos en la sociedad debemos ser  equipo.

 

-Brinde reconocimiento y valore de manera explícita los comportamientos cooperativos de los niños, tanto  en el aula de clase  como sus aportes a nivel social.  Por ejemplo, cómo cuidan los jardines cuando van por la calle; cómo no tiran basuras al suelo.

Aceptar no por respuesta

 

-Reflexione con sus alumnos sobre el caso en que se hace una solicitud y se recibe como respuesta un no: ¿por qué puede suceder esto? ¿Qué lleva a la otra persona a responder de esa manera?

 

-Construya con ellos sobre la manera adecuada de enfrentar esta situación: ¿Qué se siente? ¿El solicitante puede sentirse enojado? ¿Cómo puede enfrentar la frustración ante dicha respuesta?

 

-Dramatice con los niños escenas en las que se recibe no por respuesta la forma adecuada de manejar la propia frustración y además de responder serena y cortésmente al interlocutor.

 

Puedes descargar este capítulo aquí

bottom of page