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La autoridad en el aula: sustentación, reconocimiento y negociación.

La autoridad es el ejercicio de un sistema de principios y valores, bajo la forma de un sistema de normas y sanciones específicos.  En otras palabras, la autoridad constituye la conjunción de una ética aplicada, bajo la formas de un conjunto de normas y sanciones.

 

La autoridad del educador en el aula cumple dos misiones fundamentales:

En primer lugar, posibilita la administración de la cotidianidad.  En otras palabras, permita que la rutina escolar sea ordenada.  Ésta es la función práctica de la autoridad.

Cuando no existe una autoridad adecuada en el aula, fácilmente se instalan el desorden o el caos: todos hacen los que les viene en gana, lo cual incluye altos niveles de agresión.

 

De otra parte, la autoridad tiene como función la formación de los alumnos en principios, valores y conductas de crecimiento personal y sana convivencia.  Ésta es la función ética de la autoridad.

Para que la autoridad escolar cumpla su misión ética, es necesario que los niños incorporen eventualmente las conductas y valores que se les proponen, es decir, que los adopten como algo propio e interno; no como las normas de otra persona que se obedecen por temor o por conveniencia.

En otras palabras, la autoridad debe estar diseñada para permitirle a los niños convertirse poco a poco en su propia autoridad.  Para lograr este objetivo, el docente debe involucrar la participación de los niños; debe permitir y propiciar que ellos vayan haciendo sus propias construcciones sobre las conductas, los valores y los principios adecuados.  Sólo de esta manera podrán ellos acogerse a la autoridad y la ética por convicción. 

Es importante reflexionar acerca de la forma de ejercer la autoridad en el aula y acerca de las estrategias para avanzar en esta dirección.

Reflexionemos 

Un espacio para la exploración de nosotros mismos


¿Cómo ejerce usted la autoridad en el aula?


Reflexione con sinceridad sobre las siguientes preguntas.  Si lo desea, escriba sus respuestas.  (Sería valioso que reflexionara sobre estos planteamientos durante la semana de la tarea).

a)¿Cómo definiría usted la autoridad del docente ante sus alumnos?

 

b)¿En su opinión, qué funciones tiene la autoridad del educador?

 

c)¿Cómo considera usted que ejerce la autoridad en el aula de clase? (Explique su respuesta).

 

d)¿Está usted de acuerdo con que el maestro aplique sanciones a sus alumnos? (Explique su respuesta).

 

e)Mencione ejemplos de sanciones que Ud. considera adecuadas.

 

f)Brinde 4 recomendaciones para el profesor administrar su autoridad adecuadamente ante sus alumnos.


 

Lectura

Hacia una autoridad “constructiva”, no restrictiva

 

En los últimos decenios han sucedido cambios de enorme magnitud en nuestra cultura en diversas áreas: se ha transformado la concepción de los géneros y la sexualidad; el papel de la mujer a nivel familiar y social es totalmente diferente; ha cambiado la forma de percibir a la pareja y la familia; las relaciones económicas y de poder en los hogares son distintas, etc.

Una de las áreas que mayor transformación presenta es la de la concepción de la autoridad.  En otro tiempo ésta se relacionaba fundamentalmente con los límites, las sanciones y los permisos en el hogar. Se suponía que quien ejercía la autoridad era quien autorizaba o sancionaba las infracciones.

 

Podríamos resumir esto en otras palabras: la autoridad de épocas anteriores era principalmente restrictiva; una autoridad básicamente punitiva o negativa.  Era la autoridad del “no”.

A través de los últimos años, se ha orientado nuestro medio hacia una autoridad muy distante de la antigua: hemos descubierto que las formas restrictivas de relación con los niños tienden a crear seres temerosos, inhibidos y traumatizados.  Nos hemos dado cuenta que se requiere otra forma de autoridad: una autoridad que promueva las capacidades de los menores en vez de reprimirlas, una autoridad que cultive en ellos sus deseos y sus sueños en lugar de prohibiciones.  Necesitamos una autoridad constructiva y positiva.  Podríamos llamarla la autoridad del sí.

 

Veamos algunas de las sugerencias que pueden brindarse para aplicar este tipo de autoridad en el aula de clase:

Los niños necesitan que se les brinde atención.  Cuando no logran obtenerla a través de comportamientos positivos, de todos modos la consiguen recurriendo a conductas negativas.  Por ejemplo, un menor que no está recibiendo suficiente afecto y apoyo de parte de sus padres, puede percibir que cada vez que hace un daño en el hogar o comete alguna falta en el colegio, ellos están pendientes de él: le echan cantaleta por varios días, lo están observando para que no haga más daños o mejore en sus estudios, etc.

En la medida en que de esta forma sí recibe la mirada y el afecto de sus padres, es probable que esta manera de interrelación se vuelva permanente.

Podríamos resumir lo anterior así: cuando el niño no recibe suficiente atención positiva, puede recurrir a la búsqueda de atención negativa.

 

La agresión es una de las formas más típicas en los niños para obtener atención negativa.  Slaby y sus compañeros lo expresan de manera bastante clara:

“El comportamiento agresivo es aprendido o reforzado cuando los niños son recompensados, como es el caso a menudo, por la agresión.  Con un solo acto agresivo, un niño puede lograr un juguete o un turno; hacer que otros niños lloren, griten o corran; hacer que adultos se muevan rápidamente y hablen de manera recia y hacer que un objeto vuele por el aire y se choque con un golpe que les produce satisfacción.  Aún si el niño no recibe un beneficio tangible del acto agresivo, el causar una perturbación pronunciada, con la atención acompañante de parte de sus pares y del profesor, puede ser una recompensa por sí misma”.

 

Lo que hemos planteado tiene grandes implicaciones para el aula de clase: cada vez que el profesor regaña fuertemente a un niño(a) o le grita, cada vez que sanciona severamente a uno de sus alumnos, cada vez que pierde la paciencia ante ellos y lo ven correr agitado, puede estar promoviendo en ellos un patrón de atención negativa.

Es más fácil prestarle atención a los actos negativos que a los positivos. Más probable que el profesor sea claramente consciente de los dos o tres alumnos que están perturbando la clase, que de los juiciosos desempeñando sus labores.

 

Es particularmente importante que el educador esté atento a los casos en los cuales las infracciones de alguno de sus estudiantes son repetitivas, a pesar de sus advertencias y amonestaciones. Aquí podría sospecharse una intención inconsciente de ser tenido en cuenta de parte del niño(a).

Para la prevención de la agresión y el cultivo de las habilidades prosociales, es imprescindible disminuir o eliminar la atención negativa en el aula y promover la atención positiva.  En otras palabras, es primordial que el docente evite relacionarse con los niños a través de sus infracciones y promueva el relacionarse con ellos a través de sus acciones positivas.  Slaby se refieren a este procedimiento bajo el nombre de ATENCIÓN PLANEADA.

 

Hay varias estrategias que pueden sugerirse en este sentido:

a)El educador debe estar alerta para brindar reconocimiento a sus alumnos.  Éste constituye un factor imprescindible para el cultivo de la propia valoración en el niño, de su autoestima.

    

El reconocimiento consiste en percibir (reconocer) los actos positivos y señalarlos.  Por ejemplo, decirle a un niño(a): `he notado que te estás esforzando más con tus tareas en ciencias`.

    

Es especialmente importante reconocerle al niño sus conductas prosociales, con el fin de motivarlo a seguirlas ejerciendo.  De esta manera, se está desplazando su propia atención de la conductas negativas hacia las positivas.

 

b)El reconocimiento puede ir acompañado con estímulos o con recompensas (premios) tangibles.  Los estímulos apuntan a mostrar los aspectos valiosos y gratificantes de un comportamiento a ser aprendido.  Por ejemplo, el docente le dice a uno de sus alumnos: Juan, aprender a controlarse es muy rico porque uno se siente bien con uno mismo y también puede relacionarse mejor con los otros.

 

c)Los premios o recompensas son reconocimientos materiales y tangibles a las conductas realizadas.  Dentro de éstos se pueden incluir pegatines, dulces, libros para colorear, etc.

 

Para los niños recibir de su profesor una sonrisa, una palmadita, un abrazo, un aplauso, constituyen a menudo recompensas valiosas para sus actos.  Otro premio importante es la participación en actividades que sólo se logran a través del buen comportamiento.  Por ejemplo, el educador le puede expresar a sus alumnos: como todos han estado colaborando en la preparación de la fiesta de mañana, vamos a tener media hora más de recreo en el parque de diversiones. O, le puede decir a uno de sus alumnos que ha tenido dificultades para compartir sus juguetes con sus compañeros y está aprendiendo esta habilidad de manera especial: Simón, vi que le compartiste los bloques de madera con Susana.  Eso está muy bien.  En premio, tu vas manejar los materiales durante la clase de español.

 

Es importante que si el docente brinda este tipo de premios individuales, le explique previamente la sustentación de éstos a sus alumnos (los premios son para ayudarles a aprender) y anuncie la alternancia de éstos (unos días serán para unos, en otras ocasiones para otros).  Cuando los niños comprenden el sentido de los premios, no se instala en ellos la rivalidad para lograrlos.

 

d)Es indispensable propiciar que los niños introyecten la ética de las normas, los principios y las conductas que se les proponen.  Éste es el objetivo final de la autoridad, y para lograrlo es importante brindarles permanentemente la sustentación de los comportamientos que se esperan de ellos, es decir, plantearles razonamientos que les permitan comprender el por qué de lo esperado.  Por ejemplo, el educador le puede decir a los alumnos: cuando compartimos, todos podemos participar de las actividades y todos disfrutamos.  No sería justo que unos quedaran por fuera.

 

e)La propuesta de brindar sustentación a los niños sobre lo que se espera de ellos, se aplica sobre todo a las normas en el aula de clase.  Es conveniente que el docente se anticipe a las infracciones presentando a sus alumnos oportunamente un sistema de reglas claro pero sencillo. De esta forma, cuando ocurra la infracción, estará autorizado a actuar consecuentemente, ya sea llamándole la atención al niño(a), sancionándolo o aplicando alguna consecuencia.

 

f)Hay que recordar que la asimilación de las normas, principios y valores es progresiva, es decir, se trata de un proceso que tiene su propio ritmo y tiempo para cada niño.  En consecuencia, es necesario tener paciencia y comprender que no basta con decir las normas una sola vez, llamar la atención o sancionar.  A menudo, se requieren múltiples intervenciones en una misma dirección para lograr los objetivos.

    

Utilizar postulados que se repiten una y otra vez, a modo de refranes, es una herramienta de gran utilidad para propiciar la introyección de los valores y normas.  Por ejemplo, decirle a los niños insistemente, "niños, recordemos: compartir es justicia".  Se puede también repetir con ellos el postulado, o solicitarles que lo aporten.  Por ejemplo, "niños, ¿qué es lo que hemos dicho de compartir? ¿Qué compartir es qué...?".

 

g)Complementariamente a la sustentación, debe promoverse en los niños la autogratificación.  Ésta consiste en la capacidad de reconocerse y recompensarse uno mismo por las acciones realizadas.  Es la virtud de sentirse satisfecho al considerar que se hizo lo adecuado.  La autogratificación deriva de la coherencia entre lo que hemos realizado y nuestros principios y valores.

 

La autogratificación constituye también un elemento clave para la `introyección´ de la autoridad y la ética.

h)Otro aspecto primordial para promover la incorporación de los principios, los valores y la autoridad en los niños es la promoción de un `espíritu crítico` en ellos.  Tal virtud les permitirá enfrentar cada vez más la presión de otras personas o del grupo para realizar diferentes acciones.  Cuando el niño (y luego el adolescente) ha desarrollado suficientes criterios, tiene la capacidad de rehusarse a invitaciones a las que no desea acogerse o que las considera contrarias a sus principios.  Éste constituye un elemento clave para la prevención de la violencia a nivel familiar y social.

    

Una forma óptima de promover en los niños el espíritu crítico, es brindarles la palabra y exigirles reflexionar acerca de temáticas diversas.  En la medida en que el educador les da participación y los convoca a cuestionarse, a pensar, a debatir, los niños se verán presionados a realizar sus propias construcciones, es decir, sus propias ideas acerca de los temas.

    

Propiciar este tipo de espacios de participación e interacción en torno a la temática de la agresión, les facilita a los niños elaborar argumentos sobre por qué no es conveniente la violencia y por qué son recomendables las conductas prosociales.

 

i)Por medio de algunas de las estrategias mencionadas (sustentación, promoción de la autogratificación, fomento del espíritu crítico) se logra progresivamente el objetivo final de la educación: la autonomía. 

 

A través de estos recursos, los niños van superando su dependencia del reconocimiento, los estímulos y los premios brindados por el docente o por otros adultos, para aprender a actuar según su propia ética.

 

Para trabajar con los niños y las niñas

Avanzando en el sendero de la docencia

 

A continuación aparece un ejercicio para que usted, Sr.(a) docente, reflexione más profundamente sobre su manejo de la autoridad en el aula y logre avances en esta dirección.


Sustente las normas con claridad.  Debata sobre ellas.  Brinde reconocimiento (refuerzo) a los niños


Uno de los elementos primordiales para la administración de la autoridad en el aula es la claridad de las normas.  Observe qué tan precisa ha sido la presentación y la sustentación que usted ha brindado a sus alumnos de ellas.

Durante la semana de la tarea, esfuércese por clarificar aquellas normas que quizá aún no lo están suficientemente para los niños.  Cuando se presenten infracciones, al llamar la atención repita la argumentación que da soporte a la norma infringida.  Por ejemplo, uno de los niños deja los juguetes afuera, al regresar del refrigerio usted le puede decir algo como, `Simón, debes traer los juguetes del patio.  Recuerda que es importante guardar los juguetes para que no se mojen con la lluvia y no se dañen.  Así, nos van a durar mucho más tiempo`. (Podría aprovechar para recordarle y sustentarle la norma a todo el grupo).

Otro elemento importante respecto a las normas es la `introyección` o incorporación que los alumnos hagan de ésta.  Para facilitarlos, durante la semana reflexione con los niños sobre el sentido de las normas: ¿por qué son necesarias? ¿cuál es su utilidad? ¿qué normas propondrían ellos para el aula? etc.

Finalmente, esfuércese durante la semana por prestar atención a las oportunidades de brindar reconocimiento a nivel individual y grupal, ante los comportamientos prosociales de los niños: la cooperación, la asertividad, el respeto de los turnos, la responsabilidad, etc.

 

Algunas herramientas para la aplicación


Reflexiones

 

A continuación, aparecen algunas sugerencias para avanzar en el manejo de la autoridad en el aula y facilitarle a sus alumnos la `introyección` (la incorporación) de las normas:

 

-Establezca claramente los límites y las reglas en el aula.  Brinde sustentación a los niños respecto a éstos.  Las normas y los límites deben sostenerse con base en la argumentación, no la imposición.  De esta forma los niños pueden asimilar las razones de la autoridad.

 

-En lo posible, involucre a los niños en la formulación de estas reglas básicas; así ellos comprenderán el sentido de tales normas: cuando los niños comprenden el sentido de las reglas tienden a acogerse a ellas gustosamente.

 

-Trate de encontrarse a los niños comportándose bien y proporcióneles reconocimiento a sus acciones.  Por ejemplo, expréseles con una sonrisa: `te oí decir gracias´ o `te oí decirle a Simón que eres su amigo´. Al brindar reconocimiento a los comportamientos buenos, hágalo en voz alta pero sin establecer comparaciones con otros.  No diga, por ejemplo, `eres el mejor del salón`.

 

-Dé reconocimiento al proceso más que el producto (`lograste calmarte más rápido hoy´ o `compartiste los colores sin pelear´) aunque también se pueden señalar resultados positivos de la acción (`Karen se puso feliz cuando la invitaste a jugar`).

 

-Junto con las normas, establezca también claramente un sistema de consecuencias en caso de infracción.  Cuando haya violación de las normas haga cumplir las consecuencias serenamente.  Por ejemplo, perder el turno, perder el juguete durante un tiempo delimitado, retirarse del juego o de la actividad transitoriamente.

 

-Promueva la `autogestión y la autonomía` en los niños.  En algunos casos los niños necesitan que les brindemos respuestas a sus inquietudes o que les indiquemos qué hacer.  En otros, es de gran valor exhortarlos a que ellos construyan sus propias respuestas y alternativas.  Observe en qué casos usted puede retar al niño(a) a que piense qué opciones se le ocurren ante un problema y discútalas luego con él(ella).  Propiciar que los niños hagan cosas por sí mismos, es también una función primordial de la autoridad.


Derechos y deberes

 

-Se hace una contextualización del tema a tratar partiendo de sus conocimientos. Uds. qué creen, con quien vivimos, a dónde vamos. Se ilustra en el tablero el ser humano y su entorno, familia, sociedad, escuela.

    

¿Qué son los deberes? ¿Qué podríamos decir de ellos? Se realiza una definición deductiva.  Definición de términos.

 

-Lluvia de ideas: se presenta el tema y los términos; con tarjetas de cartulina se muestran los derechos y deberes.  Conceptualización.

 

-Deberes y derechos de los individuos en las diferentes instituciones o grupos (familia, escuela, iglesia, grupos etc.) Unificar conceptos.

Se busca que les queden claros los límites entre las personas sin importar la edad; se habla de respeto.

 

-Retroalimentación: realizar lista de deberes y derechos que tienen en la escuela, en la casa, en la iglesia, en el grupo de amigos, y cómo es el trato de éstos.

 

-Normas

 

-Compromisos frente al cumplimiento de algunos deberes: recuerden qué niños no están cumpliendo con los deberes.

 

Las habilidades prosociales

Fundamento de la convivencia

 

Practique con sus alumnos de manera especial durante esta semana las siguientes destrezas sociales:

 

Seguir instrucciones
 

-Durante la semana, reflexione con los niños sobre el sentido de las instrucciones: éstas cumplen la función práctica de permitir que las acciones se realicen ordenadamente.  De otra parte tienen una función protectora, en la medida en que al hacer las cosas según las indicaciones correctas, se evitan dificultades o accidentes.

 

-Debata con los niños sobre las ventajas de acogerse a las instrucciones en el aula, y las desventajas de no hacerlo.  Dramatice con ellos situaciones en las cuales todo sale bien, debido a que se siguen las instrucciones.

 

-Converse con los niños sobre los requisitos para seguir instrucciones apropiadamente: (a) Se necesita escuchar atentamente a quien las imparte. (b) Es conveniente prestarle atención a un elemento al mismo tiempo. (c) Si no se comprende algún paso, es necesario preguntar. (d) Se debe ejecutar un elemento de las instrucciones.

 

-Practique con ellos el seguimiento de instrucciones durante la semana.  Dígales específicamente que van a jugar a `instrucciones´ y desarrolle secuencias de indicaciones relativamente complejas para ser llevadas a cabo como juego.


 

Hablar amablemente
 

La cortesía y los aspectos elementales de la socialización (acercarse a los otros, hablarles, preguntarles, etc.) desempeñan un papel clave en la prevención de la agresión y la promoción de la convivencia: cuando un niño(a) aborda a otros inadecuadamente debido a la ignorancia de tales aspectos, puede ser aislado por el grupo de pares (se le puede interpretar como `tonto´ e `incapaz´ de establecer relaciones) o puede ser visto como un agresor (se le interpreta como `descarado´ o `impertinente´, sus gestos o expresiones verbales precarias se toman como agresión).  Por tales motivos es imprescindible conceptualizar con los niños sobre este tema y realizar los ejercicios pertinentes con ellos.

 

-Durante la semana, reflexione con los niños sobre la importancia de hablar amablemente y ser corteses: ¿Cómo nos sentimos cuando alguien nos habla en un tono amable? ¿Qué efectos tiene sobre las relaciones humanas la cortesía? Por el contrario, ¿Qué sentimos cuando alguien nos habla agresivamente? ¿Qué reacciones promueve eso en nosotros?

 

-Construya con los niños sobre las frases de cortesía básicas: saludar, decir `gracias´, decir `por favor´, solicitar ser escuchado.  Practique dichas frases con todo el grupo y por medio de dramatizaciones en las cuales se presentan situaciones hipotéticas para expresarlas.

 

-Tenga en cuenta al practicar dichas fórmulas de cortesía, concentrar al grupo en pocas fórmulas al mismo tiempo (2 o 3 cada vez).Trabaje simultáneamente la expresión corporal y el tono de voz.  Muéstrele a los niños que la amabilidad no está solamente en las palabras.

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