Manual para intervenciones efectivas en la reducción del comportamiento agresivo en ESCOLARES.





















La ética del maestro: el docente como modelo de valores a través de la mediación y resolución pacífica de conflictos.

Los niños aprenden gran cantidad de aspectos a partir de la observación de quienes están a su alrededor, de su ejemplo. En este sentido, tanto los otros niños como los adultos a quienes ellos observan se convierten en sus “modelos.” Por tal razón, denominamos a este proceso de asimilación del niño “aprendizaje por modelaje”.
Frecuentemente los padres y profesores son particularmente conscientes y cuidadosos de sus palabras ante el niño(a), porque conocen el gran impacto de éstas sobre el aprendiz. Sin embargo, no hay tal conciencia sobre la gran influencia que tiene el modelaje en la educación de los menores.
El docente constituye uno de los modelos predilectos de los alumnos. Esto se debe a que “los niños tienden a imitar a aquellos que perciben como exitosos y a quienes tienen dominio sobre cosas que ellos desean”.
Hay dos maneras muy específicas en las cuales el docente se convierte en modelo, aún a su pesar:
Por un lado, sus alumnos perciben constantemente sus actitudes, es decir, aquellos comportamientos que el docente repite una y otra vez como un patrón. Por ejemplo, el educador se puede presentar como una persona calmada y optimista día tras día o, por el contrario, puede actuar de manera malhumorada e impaciente. Se convierte, entonces, en modelo de calma o de impaciencia.
Por otro lado, los estudiantes encuentran en el profesor un ejemplo de valores o principios que consideran dignos de imitar. Estos se manifiestan más claramente en sus palabras, en sus afirmaciones y postulados. Por ejemplo, cuando les dice que deben esforzarse en hacer sus tareas y no hacer trampa en los exámenes, les está transmitiendo los valores de la responsabilidad y la honestidad.
Desde esta perspectiva, es fundamental que el docente reflexione sobre su modo de comportarse ante sus pupilos y sobre su ética…
Reflexionemos
Un espacio para la exploración de nosotros mismos
¿Cómo ser modelo de principios y valores prosociales para los alumnos?
Reflexione con sinceridad sobre las siguientes preguntas. Si lo desea, escriba sus respuestas. (Sería valioso que reflexionara sobre estos planteamientos durante la semana de la tarea).
a)¿Cómo definiría usted el concepto de “valor” o “principio”?
b)Escriba los 7 valores o principios que usted considera más importantes para el docente transmitir a sus alumnos a través de la formación.
c)Mencione 4 sugerencias para la sustentación y el trabajo sobre los valores y principios éticos en el aula de clase.
d)Las actitudes se refieren a los sentimientos y comportamientos que una persona tiene de manera relativamente repetitiva. Son patrones de conducta que la persona manifiesta consciente o inconscientemente.Por ejemplo, se puede presentar una actitud optimista o pesimista; una actitud paciente o irascible; una actitud sobreprotectora o que promueve la autonomía. En estos casos, los sentimientos y comportamientos implicados se repiten con extremada frecuencia.
¿Qué actitudes presenta usted ante sus alumnos?
e)En caso de estar desplegando alguna actitud negativa, reflexione sobre las causas de ésta en usted. ¿Tiene que ver esta actitud con su historia personal? ¿Está relacionada con el momento actual? ¿Con sus condiciones familiares o de trabajo?
f)¿Puede usted mejorar respecto a todas sus actitudes ante sus alumnos? ¿Cómo?

Lectura
¿Cómo cultivar los valores en los alumnos?
El ejemplo que los niños reciben de sus maestros y de sus compañeros es clave en la formación de sus habilidades sociales. Slaby y sus colegas señalan cómo los alumnos permanentemente están “investigando” la forma en que se comportan sus modelos:
“Mucho de lo que ocurre en el centro escolar o el aula no está diseñado para enseñarle al niño observador una lección sobre cómo comportarse; sin embargo, los niños sacan sus propias lecciones de lo que ven y oyen, y a menudo usan su aprendizaje como guía de su propia conducta”.
A partir del modelaje que los niños perciben en sus compañeros y educadores, pueden desarrollar varios aspectos importantes:
En primer lugar, los alumnos puede asimilar patrones agresivos del docente, impartidos de manera no intencional o consciente por él. Por ejemplo, “Cuando los niños ven a sus profesores regañando y gritando a los niños que se comportan mal, ellos son propensos a ensayar modos similares de relacionarse con sus pares”.
Algo análogo sucede cuando el profesor utiliza de alguna manera el castigo físico: si los niños lo ven estrujar, empujar o golpear a uno de sus compañeros con el fin de someterlo, en algún momento, pueden recurrir a las mismas estrategias cuando deseen algo de sus pares. Consideran que si tal herramienta le funcionó al profesor, también les debe funcionar a ellos.
Algunos niños pequeños evidencian esta actitud ante el modelaje de los mayores de manera muy clara: cuando se enojan con los adultos porque no acceden a sus solicitudes, les repiten las expresiones o gritos que han escuchado en ellos, por ejemplo, el niño(a) le dice a la mamá: “¡eres una grosera!”; “¡te voy a pelar!”
En segundo lugar, los niños aprenden del docente también comportamientos prosociales a partir del ejemplo que les brinda: cuando él les habla con calma, los escucha con serenidad y respeto y asume una actitud amable en la cotidianidad, con sus actos les está transmitiendo tales patrones.
En tercer lugar, los niños como grandes estrategas, “constantemente están mirando a los otros en búsqueda de ejemplos de formas nuevas y mejoradas para manejar las situaciones”. En este sentido aprenden de los demás cuáles comportamientos son exitosos con relación a los otros y cuáles no… y aplican los que encuentran efectivos. Esto tiene grandes implicaciones:
“Cuando los niños observan que el comportamiento agresivo a menudo se permite que ocurra y tiene éxito, ellos son propensos a incrementar su propio nivel de agresión o a intentar la agresión por primera vez. De otra parte, cuando los niños observan que los comportamientos asertivos y prosociales son utilizados regularmente y de manera exitosa, y que los comportamientos agresivos no, son propensos a utilizar esos comportamientos deseables al relacionarse con sus pares”.
Slaby y sus colegas señalan las lecciones que los niños derivan de la observación de los compañeros:
“Los pares también tienen un gran impacto como modelos, ya que los niños tienen a imitar a la gente que realiza actividades dentro de su propio rango de habilidades y a las personas a quienes consideran similares a ellos mismos. El comportamiento de un modelo par es particularmente influyente cuando es visto como “exitoso” para ganar objetos materiales, sumisión de otros niños, o atención de los profesores y de los pares”.
Podemos enfatizar este importante aspecto en otros términos: el docente debe estar alerta para no permitir que en su aula sean aceptadas o premiadas formas de comportamiento violentas y, por el contrario debe estar atento a reconocer y resaltar los modos de interacción prosociales.
“Los efectos del modelaje también se presentan cuando los niños ven a adultos interactuando con otros niños. La atención, el elogio, o la crítica que el profesor brinda a otro niño, le enseña al niño observador acerca de lo que el profesor considera ser el comportamiento infantil apropiado o deseable”.
Por esta razón, Slaby y su escuela advierten al educador acerca de la importancia de ser consciente que cuando le habla a uno de sus alumnos ante los otros, o asume alguna actitud ante él, aunque no sea su propósito, está hablando y actuando para todo el grupo.
En consecuencia, el educador debe calcular sus intervenciones ante sus alumnos para cultivar intencionalmente las que desea y evitar las que sean adversas.
Slaby y su grupo recomiendan hablar en la clase con los alumnos sobre roles sociales que constituyen modelos de comportamientos prosociales, por ejemplo, debatir sobre lo que hacen el cartero, los trabajadores de un edificio en construcción, el conductor del bus, la enfermera y el médico, etc. De este modo se afianza la valoración de los modelos positivos.
También sugieren que el profesor enfatice con sus palabras, los ejemplos de sus alumnos válidos de imitación o situaciones ilustrativas, con el fin de potenciar las ventajas del modelaje. Esto significa que él brinde expresiones como; “Susana le ayudó a Pedro a recoger los bloques que se le cayeron”; “¡estamos compartiendo muy rico todos, aquí en la manga!”
El docente no sólo transmite sus actitudes a sus alumnos, también es inevitablemente modelo de principios y valores. Las actitudes se “modelan” principalmente a través de los comportamientos cotidianos. Los principios y valores aparecen en las acciones y, sobre todo, en la sustentación verbal que se hace de éstas. Por ejemplo, cuando el profesor habla día tras día de “la importancia de respetar a los compañeros y de ser amables en el colegio” y practica lo que predica, está transmitiendo estos principios a los niños.
Recientemente, se ha vuelto moda en nuestro medio hablar sobre los valores y hacer campañas para cultivarlos. Esto ha producido un efecto adverso: el tema se ha devaluado en gran medida. Se ha agotado. El asunto se ha convertido en un concepto un poco vacío.
Sin embargo, vale la pena reivindicar este tópico. Tendríamos, entonces, que preguntarnos: ¿Qué sentido tiene la enseñanza de los valores en el aula de clase?
La enseñanza de los valores está relacionada con la esencia misma de la escuela: la educación no sólo debe estar orientada a brindar información a los alumnos; es indispensable transmitirles también una ética de vida. Es necesario darles “formación”.
Los valores son una forma especialmente clara y accesible de brindar esa formación ética a los alumnos: mientras hablar sobre la ética es percibido, en general, como algo abstracto, reflexionar sobre los valores constituye algo concreto e íntimamente relacionado con la cotidianidad.
Los principios y valores son importantes como herramienta de prevención de la agresión en dos direcciones muy específicas:
Por un lado, la enseñanza de valores concretos de convivencia constituye un insumo invaluable para la formación de las habilidades prosociales. Esto implica que el maestro reflexione con sus alumnos de forma clara y manifiesta sobre principios, tales como la solidaridad, la generosidad, el perdón, la autonomía ante la presión social, etc.
Por otro lado, el maestro puede a través de la enseñanza de los valores proveer a sus estudiantes de una ética integral, es decir, de un sistema de principios que les permita ubicarse claramente no sólo respecto a la violencia, sino a la vida misma. Esto conllevaría a reflexionar también sobre principios como la perseverancia, la fe en el futuro, el sentido del estudio y del trabajo, etc.
Podríamos expresar esto en otras palabras: el docente tiene el potencial de aportarle a sus estudiantes elementos para un “proyecto de vida”, es decir un sistema completo de principios éticos. Dicho proyecto de vida le permite al individuo reflexionar claramente acerca de sus deseos, acerca de su futuro, y comprometerse con la realización de sus aspiraciones. Por ejemplo, si se logra concientizar a los estudiantes del valor que tiene el estudio para la realización de sus sueños, ellos se van a comprometer con el estudio por voluntad propia.
En las comunidades con altos niveles de violencia se hace particularmente relevante el fomentar esta actitud ética en los estudiantes; esta reflexión sobre el sentido de la vida y el futuro: frecuentemente por razones económicas y sociales, se instala en dichos ámbitos la cultura de la inmediatez. Bajo esta premisa no importa qué se haga hoy; no importa si se agrede a otros o se dañan sus propiedades. Sólo vale la pena vivir el presente sin pensar en las consecuencias.
Reflexionar sobre los principios, los valores y el proyecto de vida conduce a pensar necesariamente sobre las consecuencias de nuestros actos actuales. Esto permite tener conciencia de los efectos que podemos recoger eventualmente si nos comprometemos en actividades destructivas o constructivas.
Hay varios elementos a tener en cuenta respecto a la transmisión de los valores en el aula.
-Es necesario hablar de ellos de manera explícita, es decir, nombrarlos de manera clara. Según esto, es conveniente que el docente brinde expresiones concretas como; “la solidaridad es necesaria. Solidaridad es apoyarnos cuando tenemos dificultades. Por ejemplo, hoy cuando le ayudamos a Simón cuando se cayó fuimos solidarios”.
-Es importante crear escenarios para debatir sobre los valores y principios con los alumnos. Para ellos, se puede reflexionar sobre situaciones que se han presentado en el colegio o a nivel social, y revisar los valores practicados por las personas en tales eventos. También puede igualmente debatirse sobre películas o cuentos, analizando los valores o antivalores de los personajes.
-Es imprescindible que el docente sea consciente que el cultivo de los valores es un proceso: no puede esperar resultados inmediatos. A veces, el efecto de su labor se percibe a las semanas, a veces a los meses o años.
Cultivar valores es como sembrar semillas que no sabemos dónde y cuándo germinarán. Hay que tener certeza sobre la importancia de esta misión, y hay que tener fe en el trabajo en esta dirección. Cuando no se tienen tal fe y certeza, se cae fácilmente en el inmediatismo y la desesperanza. Entonces, el docente comienza a sentir que las campañas y los mensajes que se esmera en aportar día tras día no tienen ningún sentido y deja de cultivar estas vitales semillas del futuro.
-Finalmente, el docente debe ser consciente que la transmisión de valores y principios a sus alumnos exige en él una actitud amorosa y cercana con sus alumnos: los niños sólo escuchan realmente a quienes se acercan a ellos a través de una relación cálida y afectuosa.

Para trabajar con los niños y las niñas
Avanzando en el sendero de la docencia
A continuación aparece un ejercicio para que usted, Sr.(a) docente, reflexione profundamente sobre su papel como modelo de actitudes y valores ante los alumnos, y logre avances en esta dirección.
Cultive los valores en su aula de clase
Durante la semana de la tarea, sea particularmente consciente de la importancia de los principios y valores dentro de la formación de los alumnos. Desde esta perspectiva tenga en cuenta la gran importancia de las campañas y los espacios de reflexión ética.
Aproveche de manera especial las oportunidades que se presenten para debatir y compartir en torno a los principios y valores con sus alumnos. Trabaje de manera específica en tres direcciones:
a)Estimule a sus alumnos a exponer sus opiniones, sus creencias y sus sentimientos respecto a los principios sobre los que se esté debatiendo. Por ejemplo, si se está hablando sobre la importancia de la honestidad, motívelos a exponer sinceramente sus puntos de vista y escúchelos.
b)Trate de sustentar de la manera más clara e impersonal en torno a los principios y valores. Si es necesario brinde ejemplos.
c)Esfuércese por mostrarle a sus alumnos la relación entre los principios y los valores que se practican en el momento presente y sus efectos en el futuro. De esta manera, le estará señalando a sus estudiantes la importancia de construir un “proyecto de vida”. Por ejemplo, qué resultados futuros es probable que obtenga alguien que es disciplinado en el momento actual.
Observe, igualmente, sus actitudes ante los niños durante la semana. Sea especialmente consciente de la importancia de hablar y de aplicar límites y sanciones calmadamente.
Observe los efectos de estos ejercicios en su relación con sus alumnos.
Alternativas
Algunas herramientas para la aplicación
A continuación, aparecen algunas sugerencias para promover el modelaje y el cultivo de los principios y valores en el aula:
-Preste atención a sus actitudes, sus comportamientos y sus reacciones ante los niños en el aula: ellos son agudos observadores que están aprendiendo de su ejemplo todo el tiempo.
-Enfatice con sus palabras los ejemplos de sus alumnos válidos de imitación o situaciones ilustrativas, con el fin de potenciar las ventajas del modelaje.
-Hable sobre los principios y los valores de manera explícita y repetitiva. Es necesario nombrarlos de manera clara.
-Es importante crear escenarios en el aula para debatir sobre los valores y principios con los alumnos.
-Es imprescindible que el docente sea consciente que el cultivo de los valores es un proceso: no puede esperar resultados inmediatos. A veces, el efecto de su labor se percibe a las semanas, a veces a los meses o años.

Las habilidades prosociales
Fundamento de la convivencia
Practique con sus alumnos de manera especial durante esta semana las siguientes destrezas sociales:
Autocontrol
-Durante la semana, reflexione con los niños sobre los momentos en que se le presentan “emociones fuertes” a las personas: ¿Cuáles son esas emociones? ¿Por qué se manifiestan en nosotros? ¿Qué sensaciones producen? ¿Qué impulsos producen en nosotros?
-Hable con ellos sobre cómo podemos descontrolarnos ante tal tipo de sentimientos: el enojo, el dolor, la tristeza, el miedo, etc. También converse con ellos sobre los efectos posibles del descontrol sobre nosotros mismos o sobre los demás.
-Sea insistente en señalarle a los niños que las personas tenemos la opción de controlarnos, sólo que puede requerirnos esfuerzo y aprender formas de lograrlo. Señáleles que el descontrol nunca es justificación para lesionar a otros o a nosotros mismos, y cómo en la clase van a trabajarse formas de controlarse cuando aparezcan emociones desbordantes.
Relajarse
-Aporte a los niños técnicas para autocontrolarse y relajarse ante emociones desbordantes como la ira o el pánico. A continuación, se sugieren algunas que podrían ser de utilidad.
-Enséñele a los niños que cuando se sienten desbordados por sentimientos como los mencionados, pueden parar y calmarse. Para ello, decirse a sí mismos frases que les ayuden aprender a contar hasta 10 antes de reaccionar impulsivamente.
-Otra opción a brindarles es considerar en algunos casos, la posibilidad de retirarse de la escena que los perturba y tomarse unos minutos para calmarse. Luego, retornar y manejar la situación serenamente, si es pertinente hacerlo.
Finalmente les pueden enseñar algunas técnicas de relajación. Concentrarse en la respiración por un minuto o dos y esforzarse por relajar la mente y el cuerpo, es una técnica extremadamente sencilla y de utilidad.
Otra técnica valiosa consiste en recostarse en un lugar apacible, cerrar los ojos y aquietar la mente (no concentrarse en ningún pensamiento) por unos minutos. Si hay música adecuada para este propósito a disposición, el docente puede ayudarle con ella al alumno peturbado.
Resolver un conflicto con otros
-Durante la semana, debata con los niños sobre la forma de enfrentar los conflictos que se presentan en el aula. Concientícelos que las diferencias son parte inherente a las relaciones humanas. Sin embargo, hay alternativas para superarlas de manera favorable para ambas partes.
-Construya con los alumnos opciones para el manejo de los conflictos. Puede aprovechar para ellos situaciones reales que se presenten en el aula, o proponer problemas hipotéticos para ser resueltos, teniendo en cuenta ambos lados del conflicto.
-Dramatice con los niños situaciones conflictivas en las cuales tengan que aportar soluciones grupalmente, de modo que ambas partes salgan beneficiadas.
-Enfatice varios elementos esenciales para la resolución de conflictos:
a)Permanecer calmados, mientras se negocia.
b)Escucharse ambas partes, permitiendo que hable una sola persona.
c)Tratar de encontrar una alternativa favorable para ambas partes: para ésto se puede pensar en alternar juguetes o áreas de juego, compartirlas simultáneamente, hacer trueque de objetos o áreas valiosas.
d)Concientizarse que en toda negociación hay algo que ceder, pero en última instancia todos ganan...
