Manual para intervenciones efectivas en la reducción del comportamiento agresivo en ESCOLARES.



















A partir de los años 50 han sido varios los investigadores que se han centrado en el estudio del vínculo afectivo. Entre los precursores se encuentran Jhon Bowlby y Mary Anisworth, autores que definen la importancia de la formación del vínculo a través de sus experimentaciones. Bowlby (1969), quien parte de postulados etiológicos, plantea “la conducta instintiva no es una pauta fija de comportamiento que se reproduce siempre de la misma forma ante una determinada estimulación, sino un plan programado con corrección de objetivos en función de la retroalimentación, que se adapta, modificándose a las condiciones ambientales”4 y consideraba cuatro sistemas de conducta que se relacionan entre si: las conductas de apego, los sistemas de exploración, el miedo a extraños y el sistema afiliativo, es decir, conductas como sonrisas, llantos, contactos táctiles que se activan con la presencia de la figura de apego o cuando se activan conductas de amenaza. La intensidad y morfología de sus manifestaciones depende de diversos factores contextuales e individuales.
René Spitz, quien trabaja el aspecto del vínculo afectivo, manifiesta que la angustia vivida por el niño en esta primera fase representa la toma de conciencia de la ausencia de la madre, lo cual es considerado como una reacción normal (hasta los 3 años); luego Margaret Malhen lo explica como la fase de separación-individuación del niño4.
Melanie Klein plantea que la ausencia en esta fase es vivida como la persecución por parte del “objeto malo” frente a la madre ausente, según ella es allí donde el niño adquiere la posibilidad de diferenciación entre el yo y no yo, y la “capacidad de estar solo” dependerá de la relación psíquica entre el niño con “el objeto bueno”, en este caso el cuidador o la madre quien ejercerá la función de soporte del niño.
Estos procesos representan la adquisición de un vínculo seguro para el niño; una relación sólida y saludable con el cuidador primario, que le proveerá cuidados significativos para su desarrollo, y a su vez permitirá la entrada de un mediador que cumpla la función de ruptura, porque ese niño debe separarse de su madre para construir su propia subjetividad. Son elementos que representan la base fundamental de las relaciones interpersonales y de otros procesos que determinan las relaciones saludables con los demás, porque en caso contrario se presentarán problemas de orden emocional, cognitivo o comportamental.
Se evidencia que el proceso del vínculo primario en el niño representa un elemento importante en su desarrollo, como parte de los elementos de tipo biológico, los cuales son necesarios porque los niños nacen indefensos y dependen de un cuidador adulto para su supervivencia.
En este contexto de dependencia primaria y con la respuesta materna a la misma, se desarrolla una relación llamada apego; vínculo es apegar, adherir, unir, por lo tanto vincularse es cuando se utiliza el adhesivo emocional propio para conectar a otro. Formar vínculo incluye una serie de conductas que ayudan a crear una conexión (apego)5.
¿Qué es el apego? Es una forma especial y perdurable de relación emocional con otra persona que proporciona consuelo, agrado, sosiego y placer; la pérdida o amenaza de separación de la persona cuidadora evocará angustia. En el campo del desarrollo infantil, el apego se refiere al vínculo específico caracterizado por las cualidades únicas del vínculo especial que se forma entre madre e hijo o cuidador primario y niño2.
“Las relaciones vinculares primarias sólidas garantizan la salud mental y las posibilidades de crecimiento y adaptación a las personas, uno de los elementos en la construcción de vínculo es la profunda convicción de sentirse querido, deseado y formar parte esencial del núcleo familiar”6.
La inclusión de la figura paterna como norma o ley, puede ser asumida por otras figuras que para el niño logren significantes de autoridad: según Martínez y colaboradores (2005), autoridad entendida como una ética aplicada a través de un régimen de principios y valores bajo la forma de un sistema de normas y sanciones específicos, cuya función se orienta a formar en el niño actitudes y comportamientos que faciliten su interacción con otros y su sana convivencia familiar, escolar y social7.
El proceso de vinculación segura y de inclusión de la figura de autoridad antes descrita, promueve el desarrollo emocional sano, competencias sociales, habilidades lúdicas, comunicativas, que facilitan el desarrollo de la autoestima, el autoconcepto y el logro de autocontrol, que en últimas desencadena en la formación de autonomía7.
George, Kaplan y Main, citados por el MTA Cooperative Group, diseñaron un cuestionario para evaluar el modelo interno activo de las personas adultas, a través de las experiencias de apego vividas, y se obtuvieron los siguientes modelos8.
Padres seguros o autónomos: muestran coherencia y equilibrio en la valoración de experiencias infantiles tanto positivas como negativas, sus explicaciones son coherentes y creíbles; por lo general son sensibles y afectuosos.
Padres preocupados: manifiestan emoción al recordar sus experiencias infantiles, expresan ira hacia los padres, confusión en la relación con ellos, incoherencia y preocupación por su competencia social; con los hijos tienen interacciones confusas y caóticas, por lo general los hijos presentan inseguridad y ambivalencia.
Padres rechazados: restan importancia a sus relaciones infantiles de apego y tienden a idealizar a sus padres; casi no recuerdan experiencias, y si lo hacen son poco emotivos. En la relación con sus hijos son inseguros, a veces fríos y los rechazan.
Padres no resueltos: sujetos que presentan características de las tres anteriores, y según Hesse y Main (1990) muestran confusión al razonar e interpretar experiencias de pérdidas y traumas.

Autores como Benoit y Parker, 1994, constatan en sus investigaciones la transmisión generacional de la seguridad en el apego y la capacidad predictiva que las representaciones maternas tienen sobre el tipo de apego. Se hace entonces importante considerar la función de la mujer y determinar que la vinculación segura proviene de una sana competencia social, autoestima y auto confianza de ésta. Es importante considerar su historia de vida y el papel que ejerce el padre o compañero9.
Se trata entonces de promover vínculos seguros a través del afecto, la ternura, el cariño entre otros aspectos, para garantizar en las nuevas generaciones competencias sociales sanas, mayor confianza en sí mismo y en los otros.
Al estudiar las diversas situaciones que se presentan en esta relación, los investigadores han agrupado algunas categorías de apego; además del potencial genético para formar vínculos, se sabe que la cantidad, el patrón y la intensidad de las experiencias en la vida del niño, son la que revelarán su historia.
Según Mary Ainsworth las categorías son tres, la cuarta es propuesta por Main y Solomon 1986.
Tipos de apego:


-Apego seguro.
-Apego inseguro-resistente.
-Apego inseguro y evasivo
-Apego desorganizado.
Se ha evidenciado que los niños en los primeros meses de vida (0-3) meses, presentan una respuesta indiscriminada ante el cuidador; en el rango de 3 a 7 meses el niño inicia el proceso de discriminación, y finalmente entre el 8º y 36 mes, se instaura el llamado apego.
Los niños con apego seguro sienten una relación consistente, sensible, de apoyo con sus madres, aún en momentos de estrés significativo.
Los que se instalan en el apego inseguro tienen emociones inestables, no sensibles por parte de los cuidadores, y se sienten amenazados en momentos de estrés.
En el apego resistente, se evidencia que la ausencia de la persona cuidadora le produce al niño rabia y no es fuente de seguridad.
En el apego evasivo, la persona cuidadora no es fuente de seguridad.
En el apego desorganizado es donde se unen los dos anteriores, es decir, en la ausencia de la persona cuidadora se genera rabia y cuando regresa se siente confuso.
El apego moviliza sentimientos profundos, despierta en el niño amor y seguridad; ante la pérdida de la figura de apego se genera angustia, sensación de abandono, dolor e ira, pero de igual manera es determinante en la construcción de subjetividad. Este apego es importante que se genere en forma sana, ya que determina el desarrollo de la confianza hacia los demás, el desarrollo intelectual, los procesos cognitivos, perceptuales y emocionales11.
Hasta el momento se evidencia la importancia que tienen las relaciones primarias en el niño, sobre todo desde la experiencia de vincularse con la madre. Si como se supone, existe una asociación entre las relaciones de vínculo afectivo primario y posibles alteraciones psicopatológicas infantiles y aún en la edad adulta, se podría pensar que las medidas preventivas y los cuidados en la infancia representan, en tal caso, un elemento fundamental del abordaje profiláctico en estos individuos de riesgo.12.
Los desórdenes mentales, neurológicos y del comportamiento son comunes, causan sufrimiento en la población, aislamiento social, deficiente calidad de vida y mortalidad en aumento, sin dejar de mencionar los costos económicos y sociales que esto representa.
El consumo de sustancias psicoactivas, el embarazo en la adolescencia y otros riesgos de comportamiento, se produce con mayor compromiso en población con una autoestima vulnerable. Pero el riesgo interactúa en forma casi multiplicativa, cuando la frágil autoestima del niño o de la niña convive con vínculos afectivos disfuncionales13.
En el 2002 la Organización Mundial de la Salud (OMS), estimó que 154 millones de personas sufren de depresión; 25 millones de personas de esquizofrenia; 91 millones de personas consumen algún tipo de droga o alcohol. La OMS estima los problemas de salud mental (Alzheimer, otras demencias, epilepsia, jaqueca; enfermedades cerebro vasculares, neuroinfecciones o neuropatías alimenticias, como secuelas neurológicas de infecciones que se traducen en alteraciones físicas, emocionales, sociales)13.
Cerca de 877.000 personas mueren por suicidio cada año. Uno en cuatro pacientes que visitan un servicio médico tiene por lo menos causa mental, (desorden neurológico o del comportamiento), pero estos desórdenes ni se diagnostican ni se tratan. Las enfermedades mentales son muchas veces afectadas por condiciones crónicas tales como cáncer, enfermedades del corazón y las enfermedades cardiovasculares, diabetes y HIV/AIDS. Personas que requieren atención para funcionar en la sociedad13.
Uno de los grandes problemas en salud mental es la falta de reconocimiento de estas enfermedades como algo serio y real. Los países subdesarrollados dedican menos del 1% de su gasto en salud a la salud mental. Las políticas sanitarias, la legislación, las instalaciones del cuidado de la comunidad, no dan prioridad a los tratamientos mentales. En diferentes espacios y por distintos medios, los organismos encargados de generar políticas de salud a nivel mundial plantean la necesidad de aunar esfuerzos en este tema. “La mayoría de los países no destinan suficientes recursos para fortalecer los servicios de salud mental. La Organización Mundial de la Salud hizo un llamamiento a los países para que aumente la inversión en esa área. (10/9/07 - Agencia CyTA-Instituto Leloir) - Quienes padecen trastornos mentales suelen ser aislados socialmente y llevar una baja calidad de vida.” 13.
En el mismo Blog de discusión, se cita a la doctora Catherine Le Galès-Camus, Subdirectora General de la OMS para enfermedades ‘No Transmisibles y Salud Mental’, quien señala que el tema de la salud mental “debe importar a todos, porque quienes viven con trastornos mentales en países de ingresos bajos y medianos quedan sistemáticamente privados de los beneficios del desarrollo, que son accesibles a otros. Si no se tratan, los trastornos mentales privan a quienes viven con ellos de la posibilidad de escapar de la pobreza y de defender sus derechos”. 13.
Según los expertos de la OMS, hay tratamientos disponibles, que de ser aplicados correctamente podrían integrar a la sociedad la mayoría de las personas que padecen serios trastornos mentales.
Sin embargo, de acuerdo con ese organismo internacional, la generalidad de los países de ingresos medios y bajos destina insuficientes recursos al área de salud mental.

La Organización Mundial de Salud O.M.S WHO/ICDP, promueve su programa dirigido a mejorar la interacción madre-niño, de modo que el niño pueda lograr el desarrollo psicosocial óptimo. Lo ideal para que se dé una relación de vínculo seguro, es que el cuidador sea más sensible y comprometido con las necesidades del niño y debe ser consciente de sus propias habilidades en el abastecimiento del cuidado y de la crianza cariñosa, que le permita ser eficaz, sin generar una relación de dependencia con el niño14.
Los desórdenes del vínculo pueden limitar la capacidad del niño para estar emocionalmente presente, ser flexible y comunicarse adecuadamente, de manera que construya relaciones significativas y satisfactorias. Estos desórdenes se presentan cuando no se establece un vínculo seguro con suficiente regularidad en la infancia y la niñez temprana, y pueden reflejarse en problemas de varios tipos como de aprendizaje, problemas sociales, mentales y relaciones personales e interpersonales fallidas. La separación de los padres puede también ser un factor que contribuye al vínculo inseguro. El vínculo inseguro y las interrupciones del desarrollo que se pueden causar, son trasmitidos a menudo de una generación a la siguiente, a menos que se tomen medidas de reparación del daño14.
Los efectos de desórdenes del vínculo afectivo, como el vínculo inseguro, pueden ir desde problemas de autoestima y autodominio, capacidad de aprender y alcanzar una salud mental y física óptima, problemas emocionales, depresión, apatía, susceptibilidad física a los problemas y a la enfermedad crónica; obsesión con el alimento, problemas de desarrollo comunes, incluyendo Déficit de Atención con Hiperactividad (ADHD), autismo, inhabilidad para desarrollar y conservar amistades; enajenación de padres, cuidadores y de otras figuras de autoridad; agresión y violencia, dificultad para confiar en los demás, a la intimidad, carencia de empatía, de compasión y de remordimiento; opinión negativa, desesperada, pesimista de él, la familia y la sociedad; problemas de comportamiento, aprendizaje; del habla. En conclusión, el vínculo interviene todos los aspectos del desarrollo15.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), trabaja en la promoción de prácticas saludables enfocadas a buscar el bienestar bio psico social de la población, a través de un manual para el cambio de comportamiento “Mejoremos la salud a todas las edades”.
Los países del mundo destinan enormes sumas de dinero a la “atención de la salud”, aunque alrededor del 98% de ese presupuesto se gasta, en realidad, en “atención a la enfermedad” y solamente del 1% al 2% terminan en una genuina atención a la salud. Existen métodos, principios y estrategias sencillas que tienden a la verdadera atención a la salud, definida como la mejoría y el mantenimiento de la buena salud que, a su vez, consiste en sentirse bien y funcionar bien en los planos físico, mental e interpersonal, así como en disfrutar de una elevada probabilidad de conservar una vida sana en el futuro. La autopista hacia la “salud para todos” del siglo XXI, se construirá gracias a la puesta en marcha de métodos demostrados para promover la salud y prevenir las enfermedades y la discapacidad en el seno de las comunidades. La ciencia se conoce, ahora hay que difundir su aplicación15.
¿Cuáles son las fuentes que influyen en el riesgo de trastornos mentales y del comportamiento? Hay factores y encrucijadas en las cuales convergen los factores de riesgo y de protección: las fortalezas y debilidades genéticas, la familia y el contexto social, los grupos de compañeros y la capacidad de aprendizaje son algunas de esas fuentes16.
¿Puede modificarse el riesgo de trastornos mentales? Para mejorar la salud mental de la familia y de la comunidad, habría que contrarrestar el riesgo y favorecer la protección en cada una de esas encrucijadas. La OPS recomienda la reestructuración de los servicios de salud mental en América Latina y ha diseñado las bases técnicas de esta reforma. La reestructuración requeriría la descentralización de la atención de los trastornos psiquiátricos incipientes y manejables, vinculando a estos pacientes ambulatorios con los programas locales de atención primaria de salud y sugiere que se establezca una pirámide de servicios de salud mental, basada en grupos de ayuda mutua y en redes de apoyo social, con traslados a niveles de salud cada vez más altos, iniciando por promotores de la salud, enfermeras, centros de atención primaria y por último psicólogos y psiquiatras. El objetivo consiste en proporcionar más recursos a la atención comunitaria (no hospitalaria), a fin de reducir la frecuencia de las hospitalizaciones.
El ahorro que resulta de la reducción de las camas hospitalarias, puede destinarse a pagar a los trabajadores de salud mental en clínicas de atención primaria y a los maestros y trabajadores sociales, para que establezcan programas de prevención de los tipos que aquí se describen. Este enfoque de la atención psiquiátrica y del comportamiento, debería ser considerado seriamente en muchas partes del mundo. Numerosos países destinan parte de su presupuesto en salud mental a hospitales mentales, sin embargo, la prevención, el tratamiento local precoz, son vías más adecuadas para enfrentar el futuro13.
Puede parecer revolucionario, pero debido al enorme fracaso de la asistencia terciaria tradicional, sólo a través de nuevas orientaciones audaces se esperaría contener la creciente marea de esos trastornos17, 18.
El informe publicado en la más reciente edición del Diario Médico Semanal Suizo, describe que la cuenta nacional causada por los desórdenes mentales, asciende a los 15.000 millones de francos suizos anuales ($13.700 millones), lo cual significaría más de 2.000 francos anuales por habitante13.
La relación vincular estable, inclusive antes de la primera infancia, con el deseo de tener ese hijo por parte de los padres, específicamente de la madre y la actitud del medio familiar, podrían marcar unas formas determinadas de comportamiento hacia ese futuro bebé.
“las dificultades en la formación de vínculos y los errores en la adopción de pautas de crianza está directamente relacionada con la necesidad de suplir vacíos afectivos, ahora bien, si esto fuese de plena conciencia para madres, padres, cuidadores y demás miembros de la familia se criarían hijos más sanos psicológicamente”.
